A la 1:30 am del 26/04/1986 ocurrió el mayor desastre nuclear de la historia en la Central de Chernobyl, Ucrania, derivado de un error tras un simulacro de corte eléctrico en caso de ataque a la central.
La prueba de seguridad fallida, generó varias explosiones en el reactor número 4, liberando una radiación a la atmósfera superior a 500 bombas atómicas como la de Hiroshima, lo cual permitió que los residuos contaminantes ascendieran a la atmósfera y fueran esparcidos por el viento, alertando a 13 países de Europa.
Las consecuencias fueron catastróficas, aun cuando las cifras oficiales hablan de 31 muertes directas causadas por la explosión y radiactividad, se especula entre 9 mil y 90 mil muertes durante los últimos años debido a la alta radiación ionizante liberada, además de los miles de niños con deformaciones, parálisis cerebral, casos de cáncer multiplicados por toda la zona y el incremento de suicidios y abortos durante las décadas posteriores al accidente.
Al día de hoy siguen mostrándose altos niveles de radiación y aun se trabaja por instalar un nuevo sarcófago para evitar que las 200 toneladas de material radioactivo que aun existe en el núcleo del reactor, sigan siendo un peligro para el planeta.
No hay rastro de vida humana a más de 30 km de la Central de Chernóbyl, solo quedaron los llamados "liquidadores", hombres destinados a descontaminar y cerrar el reactor, exponiéndose a altos indices de radioactividad para evitar que la nube tóxica se extendiera por toda Europa.
Según ecólogos rusos, la contaminación radiactiva en los territorios cercanos a la planta nuclear, durará más de 300.000 años.
¿Se pudo haber evitado la catástrofe de Chenóbyl?
Es algo impredecible, pues un accidente de tal nivel viene acompañado de una cadena de acontecimientos y errores humanos.
Sin embargo de este terrible hecho desprendemos dos puntos importantes al cual denominaremos el síndrome de Chenóbyl, en aras de identificarlos en nuestro ámbito profesional o personal.
Síndrome 1: Silencio por jerarquía.
Una de las documentaciones del accidente, muestra que los operarios responsables de las pruebas de seguridad fallidas, tenían poca experiencia, sin embargo pudieron determinar a tiempo que las instrucciones dadas arbitrariamente por el líder del experimento, eran de alto riesgo.
Los operarios de menor rango sabían que las instrucciones que recibían incumplían las normas de seguridad, llevando al limite al reactor 4 que finalmente ocasionó el funesto desenlace.
Este síndrome es muy común en organizaciones con liderazgos autocráticos sostenidos, en donde la voz del equipo de trabajo no cuenta y se intimida al personal para que no expresen sus opiniones.
Si te ves reflejado en este escenario, es hora de cambiar; cambiar tu tipo de liderazgo, cambiar tu reacción ante ordenes fatídicas o sencillamente cambiar de trabajo.
Síndrome 2: Negación a la realidad.
Luego de la catástrofe, los responsables de la planta nuclear y las autoridades rusas, tuvieron como primera reacción negar y encubrir la realidad, lo cual costó millones de vidas.
Puede que no exista siempre una solución inmediata a los problemas, pero de seguro ignorarlos o no enfrentarse a la realidad de los hechos, provocará que dichos problemas se incrementen.
Al afrontar los hechos con determinación y al hacer de esta acción un hábito, estamos dando un paso muy importante para mejorar la situación, después de todo el destino nos dará en el rostro por cualquier camino que tomemos, será mejor afrontarlo desde el inicio.
Autor
Marelbis Pimentel
Hyggelink
Muy bien hilada la analogía entre lo ocurrido en la central y lo que pasa muchas veces en las empresas. El miedo a contradecir a un superior jerárquico debe eliminarse desde las cúpulas directivas dejando claro que las críticas constructivas siempre son bien acogidas. En cuanto al segundo punto siempre hay que afrontar los problemas que surgan de frente, cuanto antes mejor, para poder minimizar sus consecuencias y esto también ha de emanar desde la alta dirección a todos los escalafones de la empresa.