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Comerse un elefante

Actualizado: 30 jul 2021

¡Necesito como mil horas para poder lograrlo! ¿De dónde las saco?

Más que un pregunta era un grito de angustia. Luis había terminado sus estudios de posgrado con mucho esfuerzo, ya que su trabajo como Consultor autónomo era muy demandante.


Era el momento de trabajar en la tesis de grado para obtener el título y tenía aprobado el tema. Solo le faltaba comenzar, lo cual representaba para él mucho estrés y una sensación de que nunca iba a poder lograrlo, a menos que se tomara unas largas vacaciones, lo cual no era una opción ya que tenía una familia que mantener.


¿Cuál es la mejor forma de comerse un elefante? —fue mi respuesta en forma de pregunta.

Su sorpresa fue evidente. Tras unos segundos respondió, pensativo: —bocado por bocado, supongo.


La sesión de coaching continuó por un buen rato y al finalizar Luis contaba con un plan de acción muy simple: cada día dedicaría media hora y los fines de semana un mínimo de cuatro, en la biblioteca de la Universidad, a la investigación y redacción de la tesis.


Percibí su alivio al cambiar una tarea gigante, monstruosa, por pequeñas tareas que podía abordar sin descuidar el resto de sus obligaciones. Trabajamos un rato en los pasos detallados a seguir y convinimos en reunirnos en dos semanas. Percibí, por sus palabras y lenguaje corporal, que había recuperado el entusiasmo y lo animé a comenzar de inmediato con el plan.


Dos semanas después lo encontré radiante. Se había reunido con su tutor, revisaron el plan de trabajo y el esquema que realizó Luis y todo iba viento en popa. Se dieron un plazo de seis meses para culminar el proyecto y decidieron reunirse cada mes para evaluar el progreso.


Me comentó entre risas que «muchas veces la media hora se convertía en más de una y que ya se había comido el 10% del elefante, cuyo sabor era más agradable que lo que había imaginado» Con esa metáfora nos despedimos y quedamos en que me llamaría si hacía falta. 

Recibí el mensaje por Whatsapp 9 semanas después. «Llevo apenas el 25% y siento que no voy a lograrlo, ¿podemos reunirnos?» Lo encontré frustrado. Me contó que se había involucrado en nuevos proyectos muy interesantes y poco remunerados y sentía que «le faltaba tiempo».


Trabajamos en redefinir sus prioridades y salió a la luz que la tesis seguía estando en el tope, pero la había descuidado por emprender asuntos de menor importancia.


Finalmente tomó la difícil decisión de desprenderse de esos proyectos y se comprometió a decir «no» a nuevos compromisos hasta culminar la tesis.  


Se hizo costumbre recibir con frecuencia un mensaje: «30%»«40%»«45%»«60%», seguido de los infaltables emotions, hasta llegar hasta «95%». Pasó más de una semana y no recibía el ansiado «100%» así que le escribí un mensaje escueto: «???».


La respuesta fue inmediata. «Acabo de entregar la tesis y justo iba a escribirte cuando recibí tu mensaje. Ya me he comido todo el elefante, jajaja» Habían pasado 6 meses y veinte días desde nuestra primera sesión.

El caso de Luis se repite con frecuencia en la vida profesional y personal. No nos animamos a comenzar ese proyecto que nos conducirá al éxito porque nos parece que nunca vamos a terminar.


La técnica de la «tarea líder» combinada con la de «comerse el elefante» conforman una dupla muy poderosa para combatir el pernicioso hábito de la postergación.


¡Atrévete!




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Autor

Gustavo Yepes

Coach. Conferencista. Experto en Gestión del tiempo

Aliado de "Y eso, ¿cómo se come?" en Hyggelink

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