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Crisis de percepción y liderazgo Parte I

Actualizado: 21 ago 2023

Cuando se habla de crisis, se hace referencia a una situación que trasciende la cotidianidad. De acuerdo a uno de sus enfoques, crisis es un hecho que se muestra como un estado de desorganización que incapacita al afectado a manejar sus emociones, enfocar su pensamiento y conducta; así como enfrentar la situación adversa durante el tiempo que ella esté presente.

Crisis han ocurrido y están ocurriendo de manera permanente: a nivel personal, familiar, profesional y mundial. Hay muchos, dentro de los que me incluyo, que consideramos que las crisis son «la sal de la vida».

En el caso particular de este artículo, me referiré a la crisis mundial, la cual considero es «de percepción» porque esta se produce cuando intentamos aplicar los conceptos y paradigmas a los problemas que se nos presentan, bajo una visión anticuada del mundo. En este momento, la reacción típica será una sensación de «sinsentido» que nos compromete la capacidad de vivir como queremos. En tal sentido, me gustaría sustentarme en los elementos que considero han producido esa crisis de percepción. El primero de ellos se remonta a más de 2.500 años de nuestro presente y tiene que ver con el concepto que fue aceptado como «VERDAD» y que, desgraciadamente, no lo era; y con esa «verdad», se inició la confusión:

En esa época, Sócrates (470 A.C.), el filósofo griego considerado como uno de los más grandes, apoya la propuesta de Parménides (500 A.C.) que sostenía: «El Ser es fijo, eterno, inmutable» y que «el cambio es una ilusión de los sentidos»; y lo hace frente a la propuesta de Heráclito (500 A.C.), que con la tesis opuesta (¡y la correcta!), afirmaba: «El fundamento de todo lo que existe es el devenir. El mundo está en proceso permanente de transformación», así como que «la idea de un ser fijo es una ilusión».

El segundo elemento, un poco más reciente (1.600 D.C.), está asociado a la concepción mecanicista del mundo propuesta por René Descartes y su filosofía cartesiana presentada con el adjetivo de «la certeza científica absoluta». El éxito de esta propuesta se extendió a todas las áreas de conocimiento (medicina, psicología, economía y política, entre otros) y la disgregación de los entes complejos en partes independientes se empezó a utilizar. En el caso particular del hombre, la idea de concepción del mismo como una máquina, allanó el camino para el análisis de sus problemas de manera desarticulada. Esta consideración, propuesta como el único método válido para comprender al universo, produjo un desequilibrio cultural obvio, cuando se enfrentó con los conceptos recientemente descubiertos de la física cuántica y la propuesta de que «todo está interconectado». En una próxima entrega, expondré el resto de los detonantes de la crisis que faltan de mi propuesta y lo conectaré con la necesidad ineludible que tenemos de liderarnos y liderar procesos tomando en cuenta estos hechos fácticos.

Hasta entonces. Autor Arnaldo González Graterol Autor de la competencia Liderazgo de personas y equipos en el libro "Y eso, ¿cómo se come?"

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