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La bendición del fracaso

Actualizado: 21 ago 2023

Como todos los que me conocen saben, una de mis aficiones preferidas es el montañismo y sobre una experiencia relacionada con ella, voy a basar mi artículo de hoy.


Mi relato se inicia con un ascenso al que no le vi ninguna dificultad («Pan Comido», decimos en Venezuela), sobre todo porque ya lo había hecho anteriormente, en un solo día, y porque ya tenía la experiencia previa de abril del 2022 en la que había completado con éxito el ascenso al Pico Humboldt (4.920 msnm). La diferencia estaba en el grupo que haría el ascenso, porque lo acababa de conocer.


La preparación fue ejecutada al detalle: Armar el morral, de acuerdo a la lista preelaborada que tengo, tipo check list, revisar la ropa, el calzado, la cantidad de agua, los radios de transmisión, etc. También comprobé el estado del sleeping bag y la lámpara frontal (fundamental en este caso), así como el resto de los accesorios.


Así llegué al día y lugar pautado, conocí al resto de los asistentes (ya había asistido a una ruta corta previa donde conocí a una parte de ellos) e iniciamos el ascenso una noche de luna llena, donde todo comenzó muy bien, sin inconvenientes.


Iba en una posición cómoda, al ritmo del grupo que iba al frente (normalmente en estos ascensos grupales las personas se van separando en función de su velocidad de avance), lo que me indicaba que todo estaba según lo planificado. Sin embargo, después de dos horas de recorrido, aproximadamente, comencé a sentir que algo no andaba bien: excesiva sudoración y un cansancio atípico que se hizo presente, lo que me fue relegando a las últimas posiciones, donde está el miembro del grupo que verifica que nadie se quede abandonado.


La situación se complicó con la parte mental, cuando aparecieron esos «mensajes» que en nada ayudan. Cosas como: «qué va a decir esta gente» a los que ya les había comentado acerca de mis logros anteriores; y el otro referente a «cómo es posible que no aguantes ésto» ayudaron a mermar mi ya comprometida situación.


El punto es que al llegar, muy retrasado, al primer punto de control, a una cuarta parte del recorrido total planeado, decidí con mucha convicción (y un poco de vergüenza) que no iba a continuar con ellos porque estaba muy agotado, que me quedaba a dormir en ese punto y que regresaría al día siguiente por mi cuenta.


Si otro montañista lee este relato, estará de acuerdo conmigo que para nosotros la meta se convierte en un punto de honor. Lo que sucede muchas veces (y es lo peligroso) es que cuando ese punto de honor no se maneja adecuadamente, los resultados pueden ser catastróficos. Afortunadamente, decidí parar allí; aunque, objetivamente, era un fracaso, sin duda alguna.

A mi regreso, lo que sucedió, después de la tristeza y vergüenza presente y asumir lo que había pasado, es lo que decidí llamar «La Bendición del Fracaso». Bendición porque decidí hacerme responsable de lo que había sucedido (no había una causa médica, ni era porque el grupo era nuevo y menos por «La Luna Llena»). Bendición, porque inicié un proceso de investigación de las verdaderas causas del fracaso sufrido.


Y las verdaderas causas aparecieron, como suele suceder siempre que se buscan con honestidad: 1) Morral muy grande para el recorrido y cargado con algunas cosas innecesarias, 2) Haber salido recientemente de una fascitis plantar que me alejó durante algunos meses del entrenamiento necesario y 3) Sobre peso corporal que había desatendido.


Por ello es que, conectando esta experiencia con el mundo empresarial, que es la intención de este artículo; y haciendo referencia a lo que se comenta en muchos ambientes empresariales donde se «Alaba al Fracaso», quisiera expresar que, personalmente, considero que fracaso es fracaso. Nadie puede sentirse orgulloso de él. Por ello es que insisto en que el fracaso puede ser motivo de orgullo, SI Y SOLO SI lo acompañamos de las acciones que debemos tomar una vez que él nos devela las causas de su aparición.


Finalmente, cierro con una expresión que utilizo con regularidad: El montañismo es como la vida: Tanto en uno como en la otra, todas las cosas importantes se obtienen con acciones, persistencia y tiempo. Acciones para bajar de peso y corregir los aspectos relativos al equipo. Acciones para apoyarme en especialistas en fisioterapia para descargar periódicamente los músculos, persistencia en las acciones y tiempo para poder repetir el recorrido con éxito en una próxima oportunidad. Sólo de esta forma podré decir con orgullo, que el fracaso terminó siendo una bendición.



Autor

Arnaldo González Graterol

Autor de la competencia Liderazgo de personas y equipos en el libro "Y eso, ¿cómo se come?"

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