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Amor y liderazgo



ACLARATORIA PREVIA: En este artículo utilizaré la palabra «Amor» con una connotación que NADA tiene que ver con la acepción «romántica» que se le ha dado, casi con exclusividad y durante mucho tiempo. Por su profundidad y poder, la considero una emoción que merece un «Sitial de Honor», por el valor que, según considero, tiene en todo el universo.


El elemento motivador de estas líneas fue la autora del libro Alquimia Emocional, Sandy Mora, (https://www.linkedin.com/in/sandymoramx/), escritora y conferencista TED; a quien conocí en una entrevista reciente y cuya propuesta de crear Empresas Emocionalmente Responsables me impactó positivamente. Recomiendo su charla de TED https://www.youtube.com/watch?v=75fIpO0HXTk, así como la explicación de su propuesta en https://youtu.be/WEjcFuDUoHI.


¿Qué es El Amor? Por su complejidad, considero que es una emoción que no tiene una definición universal, debido a puede manifestarse de muchas maneras y en distintos contextos. Para este artículo, me enfocaré en la connotación que la asocia a la forma de relacionarnos con los demás. Por lo tanto, lo que nos acerca a la conexión con los demás, está asociado con el amor. Porque él implica confianza y el permiso a ser vulnerable, en un ambiente de comodidad, en el sentido amplio de la palabra.

Si vemos al amor como la acción que produce afecto, admiración y compromiso hacia otra persona, así como una forma de demostrar interés, cuidado y respeto por el bienestar de otro ser, allí llego a la intención de mi artículo.


Si, por otra parte, me apoyo en el pensamiento del filósofo, teólogo y paleontólogo francés Pierre Teilhard de Chardin, que propuso una visión del amor como «… la afinidad que vincula y atrae a todos elementos en el mundo…», le daré la dimensión cósmica y espiritual que lo hace ir más allá del nivel humano; y por lo tanto, a una meta eterna por alcanzar.


Por estas razones, pienso en la acción de liderarnos y liderar a otras personas como un compromiso que no depende de las circunstancias, las acciones o las cualidades de las personas lideradas, sino como una actitud de aceptación, compasión y generosidad. Por eso trasciende y transforma a quien lo ejerce y lo recibe; y aunque pudiera parecer como una meta inalcanzable, es justo por eso, que se convierte en un objetivo a seguir de por vida, ratificando lo que indiqué en el párrafo anterior.

En el caso de las organizaciones, convertirnos en garantes del «Liderazgo Orgánico» y asumir el compromiso de convertirlas a ellas en «Empresas Emocionalmente Responsables», como indica la propuesta de Sandy Mora, tendremos que cambiar el paradigma de la incompatibilidad supuesta que muchos mantienen todavía entre beneficios económicos sustanciales y felicidad de los colaboradores.


Porque está más que demostrado que las empresas que invierten en generar entornos de sanidad emocional, reciben, en consecuencia, un aumento sustancial de productividad y utilidades; así como una reducción significativa del estrés, del «Síndrome de desgaste profesional» o Burnout; así como la perniciosa rotación de personal. Por otra parte, al permitir y fomentar la innovación, se generan ambientes donde el intraemprendimiento tiene cabida, formándose un círculo virtuoso que nos beneficia a todos.

Finalmente, ratifico algo que no se discute, y es que el amor es una experiencia humana muy valiosa y enriquecedora, que nos ayuda a crecer, aprender y ser felices. Si vemos al liderazgo como un instrumento para lograrlo, probablemente, al asumirlo, estaremos siendo protagonistas del proceso de hacer de este mundo un mejor lugar para vivir.



Nota de cierre: Todos estos artículos los hago con una clara intención: Deseo que se reflexione sobre la necesidad imperiosa de formar personas integrales y no solo expertos profesionales generadores de riqueza. Necesitamos líderes que, además de generar riqueza, también sean buenas personas. Me refiero a los que guardan un equilibrio dinámico entre todos los elementos que conforman su función - que no es la de «jefe» - sino la de un individuo que se preocupa por su gente, por el ambiente, por la comunidad donde opera, por las leyes que lo rigen y por él mismo como persona, por aquello del «Bien Común que me incluya». Somos interdependientes. Por lo tanto, si producimos un daño en alguna parte de nuestro planeta se afectará la globalidad. Lo opuesto también aplica... Recuerden: «El auténtico progreso no consiste el aumentar el bienestar de algunos en detrimento del de otros».


Gracias por tu tiempo


Autor

Arnaldo González Graterol

Autor de la competencia Liderazgo de personas y equipos,

en el libro "Y eso, ¿cómo se come?"

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