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Petroglifos y liderazgo



En general, los petroglifos son dibujos o grabados con fines rituales, astronómicos o comunicativos, que se encuentran en las rocas y que representan la cultura y el arte de los pueblos antiguos. En, Venezuela, en el Parque Nacional El Ávila, también conocido como Waraira Repano, hay varios sitios donde se pueden apreciar.

El Parque Nacional El Ávila está ubicado en la cadena del Litoral, dentro de la cordillera de la Costa, en el centro-norte de Venezuela. Fue declarado parque nacional en 1958 y tiene una superficie de 85.192 hectáreas. Con una altitud que va desde los 120 hasta los 2.765 m.s.n.m, es el pulmón vegetal de la ciudad de Caracas.


El petroglifo que muestro en la imagen, pertenece al sector de La Julia. Se encuentra en una roca de gran tamaño, cerca del puesto de guardaparques, a 1.140 metros de altura. Tiene una forma circular con líneas radiales que salen desde el centro, como si fuera un sol o una estrella. También tiene otras figuras geométricas y curvas que rodean el círculo principal y se cree que tiene unos 1.000 años de antigüedad. Esto se presume por el estilo y la forma del grabado, el cual se asemeja al de otros petroglifos de la región que fueron hechos por los indígenas caribes entre los siglos X y XV.


Y ustedes se preguntarán: ¿Y qué tiene que ver un petroglifo con el liderazgo? Pues bien, la conexión que hago, y espero que ustedes lo acepten, es que un petroglifo para mí es una manera de hablar de trascendencia. Porque, y tomando como ejemplo el petroglifo que visité recientemente y que muestro en la imagen: ¿qué más muestra de trascendencia representa que yo pueda disfrutar la obra de una de las tribus autóctonas de mi país, 1.000 años después de realizada?

Haciendo un paralelismo, considero que allí estriba la responsabilidad que tiene el líder dentro de una organización o proceso cualquiera: debe dejar un legado y unas enseñanzas que deben trascender en el tiempo. En el caso particular del líder al que me refiero en este artículo, esta responsabilidad hace que, partiendo de lo transitorio y efímero de la vida, se imponga en él, entre otras cosas, la necesidad de crear de manera permanente líderes que sigan sus pasos. Porque si hay descendencia en la familia también existe descendencia en las empresas, los ideales y las acciones.


Estando convencido de que con esa actitud se crea valor, el líder se enfocará en el objetivo de que la empresa creada debe trascender a su fundador. En ese acto habrá confianza, influencia y lealtad, los cuales permitirán que ganen todos.

Las obras valiosas, trascienden en el tiempo. Seguramente, en eso pensó también el indígena caribe que dejo su obra plasmada en una roca de gran tamaño en nuestro país.



Nota de cierre: Todos estos artículos los hago con una clara intención: Deseo que se reflexione sobre la necesidad imperiosa de formar personas integrales y no solo expertos profesionales generadores de riqueza. Necesitamos líderes que, además de generar riqueza, también sean buenas personas. Me refiero a los que guardan un equilibrio dinámico entre todos los elementos que conforman su función - que no es la de «jefe» - sino la de un individuo que se preocupa por su gente, por el ambiente, por la comunidad donde opera, por las leyes que lo rigen y por él mismo como persona, por aquello del «Bien Común que me incluya».

Somos interdependientes. Por lo tanto, si producimos un daño en alguna parte de nuestro planeta se afectará la globalidad. Lo opuesto también aplica...

Recuerden: «El auténtico progreso no consiste el aumentar el bienestar de algunos en detrimento del de otros».


Gracias por tu tiempo


Autor

Arnaldo González Graterol

Autor de la competencia Liderazgo de personas y equipos,

en el libro "Y eso, ¿cómo se come?"



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